Muchas veces, las personas acuden a los quiroprácticos con algún nivel de disfunción o algunos síntomas graves y nos dicen que no entienden de dónde provienen, que solo han tenido una leve caída, se han inclinado para hacer una pequeña tarea o han tenido un problema menor.
Pero, a menudo olvidan los muchos pequeños resbalones, los malos movimientos o las caídas que han tenido, las muchas formas en que su cuerpo no ha podido hacer frente a las largas horas de estar sentado, a la fatiga mental o los meses y años de malos hábitos, que se acumulan con el tiempo. Hasta que ese último, pequeño resbalón, mal movimiento o leve caída sea demasiado para el cuerpo. Hasta que, el cuerpo ahora está abrumado y ya no puede hacer frente.
Y, ahora, suena la alarma, ahora los síntomas están ahí, para decirnos que paremos, que nos tomemos un descanso, para darle al cuerpo la oportunidad de sanar. Y cambiar la forma en que vivimos nuestras vidas.
Después de años y años de acumulación de malos hábitos, de años y años de daños menores, que una última vez, agacharse para recoger algún objeto, o tener un pequeño resbalón o caída es demasiado. El cuerpo está abrumado. Y grita alarmado, para llamar nuestra atención, para que cambiemos la forma en que vivimos nuestras vidas. Para que tengamos un futuro diferente.
De esa manera, el daño se ha ido acumulando durante años, y esto no “comenzó ayer”.
De esa manera, los síntomas son una alarma bienvenida, para poner nuestras vidas en una trayectoria diferente.
Y eso es exactamente lo que la Quiropráctica está aquí para hacer: Ayudarte a cambiar tu futuro.